Estado de excepción y violencia de Estado

Se criminaliza a los supuestos antisistema como si fueran terroristas pero se olvida la causa o motivación de sus actos destructivos. Diarios de corte conservador -pero civilizado- como La Vanguardia han estado fustigando desde hace semanas contra la celebración de una huelga general. 'Piquetes informativos' emanados de distintas fuentes de comunicación conservadoras han intentado deslegitimar cualquier acto de respuesta a la terrible e indigna reforma laboral que se quiere instaurar en España. El aplastamiento de la clase trabajadora ha incitado una respuesta en legítima defensa que ha tenido como resultado que grupos minoritarios de población se dedicaran a destruir cristales de bancos, quemar containers, romper y quemar tiendas de marcas conocidas, etc. Es lógica esta rabia destructiva, lo extraño hubiera sido que no hubiera habido respuesta violenta a las políticas unidireccionales e infames del Gobierno Español contra los trabajadores. Pese a la claridad del motivo de los actos vandálicos, desde muchos frentes se quiere criminalizar  a sectores cada vez más numerosos de la población que han dicho basta y que están dispuestos a combatir en la calle lo que es imposible en las urnas o de otro modo. 

La impotencia que genera el Estado con sus laminaciones de derechos genera lógicamente estas respuestas llenas de ira y nihilismo, con cada vez más personas dispuestas a romper, quemar lo que se cruce por su camino. Lo que no puede ser es que aplasten a la gente y, encima, se pretenda que esta ponga la otra mejilla. Se acabaron los atropellos sin respuesta, y solo es el principio. 

Este estado de excepción que de forma paulatina se está instalando en España, y de manera especialmente extrema en Catalunya, debía tener respuesta. Pero los ejecutores y defensores de las políticas antipersonas del gobierno de turno consideran injustificada toda muestra violenta. 

La violencia la ejerce el Estado y la respuesta que recibe es, de momento, poco relevante. Las cosas empezarán a complicarse cuando haya muertos de por medio.