El sufrimiento
del pueblo judío durante la Segunda Guerra mundial
en Europa creó una simpatía extraordinaria
entre los pueblos del mundo entero, y esta simpatía
sincera y recomendable es lo que viene explotando
la máquina de propaganda sionista desde 1945.
Los judíos antisionistas
de todas las orientaciones políticas y religiosas
experimentan el látigo del movimiento sionista,
desde sus inicios. En 1924, un estudioso judío
holandés, el Dr. Jacob Israel de Hahn, que fue
secretario del rabino Yosef Chaim Sonnenfeld (1849-1932)
rabino en jefe de Palestina (benditas sean sus memorias),
fue asesinado cuando estaba regresando de sus rezos del
atardecer fuera del hospital Shaarui Zedek en Jerusalén.
Desconocido igualmente del público
en general es la facilidad con la cual los sionistas
se volvieron en contra de sus compañeros judíos,
como en el hundimiento de los barcos cargados de refugiados
judíos, con los que se contaba despertar la simpatía
mundial, como el S.S. Patria en 1940 y el S.S. Struma
en 1941, que le costaron la vida a 276 inocentes judíos
en el caso del primero y 769 en el caso del último.
Sin embargo, cada vez más y más gente está cuestionando la versión sionista de la historia.
Aclaraciones sobre judaísmo y sinosimo
El judaísmo es la fe del pueblo
judío. Tiene sus raíces en la revelación
en el Monte Sinai donde Dios le dio la Torah a la humanidad.
Las doctrinas y leyes reveladas allí al pueblo
judío nos obligan para siempre. Los estudiosos
y santos judíos llevan siglos explicando la Ley.
Y estas explicaciones forman parte a su vez de nuestra
tradición.
Esta definición del judaísmo
fue universalmente aceptada por el pueblo judío
hasta el amanecer de la etapa llamada de las Luces en
Europa. En el albor del abandono masivo de Dios, muchos
judíos lo mismo que muchos cristianos y musulmanes
en el mundo entero, llegaron a rechazar sus creencias.
Con la idea de crear una religión
fabricada por el hombre, surgieron movimientos tales
como la reforma, el judaísmo conservador
y reconstruccionista. Estos movimientos tenían
en común el rechazar algunos, muchos o todos los
puntos básicos de la fe en la Torah.
Solo a finales del siglo XIX
entre judíos muy alejados de su fe empezó a
proclamarse que el exilio era el resultado de la debilidad
judía. Theodore Herzl y un puñado de gente,
todos ignorantes y no observadores de la Torah, empezaron
a implementar el proceso que en el siglo siguiente iba
a producir sufrimientos jamás vistos tanto para
judíos como para palestinos.
Por supuesto, en el horizonte de
la Torah la misma noción de soberanía judía
de cualquier tipo sobre la Tierra santa está prohibida.
Notamos que incluso los que han deseado algún
grado de retorno judío veían esto, en la
medida en que tenían cierta decencia básica,
como algo que se debía edificar con el consentimiento
de la población palestina autóctona.
Pero a pesar de las maquinaciones
sionistas, si no fuera por el destino trágico
de los judíos durante la Segunda guerra mundial
el Estado de Israel posiblemente no habría llegado
a existir nunca. Como lo hemos planteado antes, después
del Holocausto, el mundo volcó su compasión
hacia los judíos en forma de respaldo a los sionistas. El gran error y origen del drama.
No dudo de que si a un pueblo palestino
soberano en su propia tierra se le hubiese pedido después
del Holocausto, junto con otras naciones del mundo, que
acogiesen a refugiados judíos, habría aceptado
fácilmente. Pero no se podía esperar de
ellos que abandonasen sus casas y propiedades y su mima
identidad para abrirle un espacio a cientos de miles
de refugiados judíos cuyo objetivo era expropiarlos
y ejercer su mando sobre ellos.
A lo largo del siglo XX un amplio
sector de los judíos ortodoxos ha permanecido
inmune a la tentación sionista. Desgraciadamente,
durante el mismo período, algunos judíos
ortodoxos sí adoptaron el sionismo, mientras
otros intentaban coexistir con él.
Estamos presenciando el baño
de sangre. Israel ha causado más desangramientos
que nadie hubiese podido imaginar. Décadas antes
del Estado, el deseo sionista de gobernar llevó a
asaltos, asesinatos, muertes y dolores sin fin.
La verdadera solución fiel
a la Torah, la clave de la paz, es la inmediata devolución
de Palestina a los palestinos, en su totalidad, incluyendo
el Monte del Templo y Jerusalén. Lo cual incluiría
por supuesto el derecho pleno al retorno para todos los
refugiados palestinos.
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